martes, 15 de octubre de 2013

HISTORIAS DEL GALAYAR

    Erase una vez un Viejo un Gordo y un Calvo que vivían pobres, quiero decir: que vivían en "la sierra pobre". Para comer tenían. Y no solo eso sino que alrededor de su entorno se levantaban multitud de canchos en donde pasaban sus horas libres recorriendo placas diedros y fisuras.  
    Pero llegó el verano y como era pobre la sierra, el calor apretaba tanto que allí donde habían disfrutado escalando, aquellas magnificas placas, se tornaron resbaladizas, las fisuras mordían y los diedros se plegaban.
      Y entonces decidieron buscar entornos más agradables donde continuar su diversión.
      
    Corría el mes de septiembre cuando marcharon a los lejanos riscos del tío Pasito. 
    La Torre de Villarejo ardía a las 11 de la mañana ........ Y siguieron caminando y caminando hasta plantarse bajo la cara norte de Risco Gordo; el calvo tenía ya elegido el itinerario, lo había seleccionado porqué de siempre le gustaron las folclóricas y esta la abrió el primo ó sobrino o que se yo de la Sarita.
       La primera tirada era un belén, bonito eso sí, con una travesía maravillosa sobre un techo, pero con más musgo del que encuentras en la Plaza Mayor un 20 de diciembre. En el torreón final encontramos un majestuoso diedro fisurado que parecía salido de un cuento de escaladores y además estaba "limpio".


 

    A la noche, tras haber recuperado sus fuerzas con una copiosa cena y haber saciado su sed con birras y gintonics, estos los pago el Gordo en un ataque de magnificiencia, se fueron a roncar a la sombra de la cabra del Nogal del Barranco.
    Los trinos de los pajarillos y los graznidos de los cuervos los despertaron en la expendida mañana del domingo. 
    Vamos arriba, aun nos queda mucho camino por recorrer dijo el Gordo.
     Tras una abundante y desagradable sudada, se encontraron bajo el mítico diedro que Ayuso dedico a su amada Mª Luisa, en esta ocasión estaba abierto así que decidieron subir.            
    Sortearon los largos y los dos primeros le tocaron al viejo:  el se había ofrecido generosamente hacer el "libro abierto", pero ya puestos le colocaron también el previo.
    Y largo tras largo acabaron la vía y pasito a pasito desandaron el carril. En el pueblo lo celebraron con una abundante comilona donde no habían perdices, y no muy felices retornaron a su pobre sierra donde sus amigos tampoco salieron a recibirlos.
      
       Niños y Niñas, esta historia se ha acabado. 

       Posdata: En el relato hay una gran parte de ficción, por ejemplo: Rafael Montiel nunca ha sido primo de Sarita Montiel y Ayuso, que yo sepa, no se lió jamas con la tal Mª Luisa.